La noche... Todo ocurre al caer la noche.
El viento danza entre las hojas de los árboles creando una hermosa melodía, acaricia los pétalos de las flores delicadamente como si fuera la piel erizada de una mujer desnuda. Se siente la calma y en medio de un concierto de naturalidad desaparece la luz del sol poco a poco. Un manto de oscuridad va cubriendo el lugar. Se respira frescura, esencia de otoño latente y el despertar de un cuerpo que ha aguardado por siglos errantes.
Abre sus ojos, sintiéndose más viva que el mismo bosque. Los abre... Despierta al mundo y se vuelve ciega de amor.
Comienza a moverse, estira sus músculos uno a uno. Se incorpora lentamente, alza sus brazos y su espalda va tomando formas femeninas. Bosteza... Ama a todo lo que la rodea. Se siente completa y feliz. Con destellos de luz infinitos en su pecho. Está en completa armonía con ella y con todo lo que la rodea. Su cuerpo experimenta al fin sensaciones que habían estado dormidas. Es libre, libre para ser dueña de su piel.
Suspira... Respira bocanadas de aire fresco y exhala cantidades de locura, de deseo.
Admira su cuerpo, lo palpa completo. Sus dedos se enredan en su cabello largo. Dobla su cuello y siente... Siente las hojas secas cayendo por sus hombros. Mira hacia el cielo y sonríe. Comprende que es tiempo de nacer.