Un pequeño lugar... [ Un pequeño rastro ]

Trozos de vida, trozos de sueños, trozos de historias y de anhelos... Todos, reunidos en éste pequeño lugar. Marquemos caminos, dejemos rastros... Pequeños o grandes: los recuerdos se vuelven inmortales.

Pero han cerrado el paraíso a cal y canto... Debemos dar una vuelta al mundo para ver si se han dejado abierta una puerta trasera. (HEINRICH VON KLEIST, Sobre el teatro de Marionetas)


Rincón del Poeta.

Quisiera hablar de ti a todas horas en un congreso de sordos,
enseñar tu retrato a todos los ciegos que encuentre.
Quiero darte a nadie
para que vuelvas a mí sin haberte ido.
Extracto: "Otra carta" - Jaime Sabines

Poesía Lésbica

La vida sin ti es una cosa sin sangre, sin razón alguna. Tú eres [mi casa] ,mi hogar, tú misma. En ti está mi centro.
(Y el solo quererte me purifica). Ella es el abandono, la confianza completa.

Gabriela Mistral - Niña Errante [Cartas a Doris Dana]

Escuchaba el galope feroz de los caballos acercarse y el frío de los pasillos rasguñar su rostro.
Llena de una sabiduría envidiable, caminaba por la oscuridad de los pasadizos lúgubres, como si conociera cada rincón del castillo. Como si el castillo mismo fuera ella, ambos, parte de un mismo todo.
Sabía que no podía detenerse a dudar en lo que hacía, pues ello podría costarle la vida, pero no parecía llevar prisa. Era dueña de una paz inquietante.
De pronto, se detuvo; tomó una de las antorchas de la pared para alumbrar lo que había en frente de ella y de entre su ropaje sacó un pañuelo de seda rojo, el que apretó contra su pecho fuertemente, como si se tratase de un tesoro invaluable.
Se tomó unos segundos para reflexionar, pero el cabalgar de los soldados la hicieron reaccionar.
El pañuelo resbaló hasta dejar solo una llave en la palma de su mano, mientras un pasadizo secreto se abría a sus pies. Bajó por las escaleras con algo de prisa, tomando su vestido para no tropezar con él y cuidando de no apagar la antorcha.
Parecían ser mil peldaños formando una escalera que se iba alargando a cada paso que ella daba, que se enredaba en sus pies y le impedía correr más de prisa. Una escalera que se enrollaba poco a poco, haciéndosele eterna Tal vez si hubiera tenido tiempo, hubiera contado los peldaños infinitos, pero no era el caso. Ahora, debía actuar lo más rápido posible.
Al final de la escalera, encontró una puerta impenetrablemente cerrada, que con unas cuantas maniobras no tardó en devastar.
Entró en una habitación pequeña. Inimaginable y que para nada iba acorde con el resto del castillo. Era un lugar cálido, a pesar del polvoriento aspecto que tenía por el tiempo de abandono. En el fondo de ella, estaba lo que tanto buscaba Camille: Un baúl, cubierto de años, desgastado, manchado, añejo y que olía a marfil.
Una vez más, miró su llave con cierta dulzura y se dispuso a abrir con ella el baúl. Tardó un poco en hacerlo, pues no le eran felices los recuerdos que invadían su mente, eran más bien dolorosos y tristes.
Finalmente, venció su dolor desgarrador y con los ojos muy cerrados abrió el baúl. Ahí estaba, tal como lo recordaba y aún latente a pesar de haber sido víctima de los años. El más preciado regalo que le habían hecho: Un corazón que no ponía condiciones, que era tibio y que era puro, como quien se lo dió.
Lo tomó entre sus manos. Sintió como se le estremeció el alma. Liberó una lágrima y esbozó una sonrisa en sus labios. Cerró el baúl. Retiró la llave y envolvió el corazón en el pañuelo rojo.
Cada vez los soldados estaban más cerca de ella. Ya no podía regresar por donde había venido. pero, no le incomodaba. Ella conocía muy bien aquel castillo y sabía de cada rincón, de cada escondite, de cada pasillo y pasadizo.
Se escurrió hasta afuera del castillo, y entre la noche se perdió su silueta.
Subió a un monte y allí se quedó con el corazón entre las manos. Sentada a la orilla de un barranco, con la mirada perdida y su conciencia en paz.
Cuando llegaron los soldados, solo vieron un cuerpo cayendo al vacío y de Camille como recuerdo, solo quedó su pañuelo rojo enredado entre las hierbas del monte. Ese era su signo de libertad.

2 Semillas de Amapola:

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Invitación: vientos cálidos y sumisos me llevan a plasmar trozos de alma. Te envio esos vientos para que puedas hacer lo mismo.
Un beso fraterno y un abrazo infinito.

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"La medicina, el derecho, el comercio, la ingenieria son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida, pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son las cosas que nos mantienen vivos"

...que de bueno hay en esto? Respuesta: Que tu estas aqui, que existe la vida y la identidad, que prosiga el poderoso drama y que tu puedes contribuir con un verso.