Camille había dado el primer paso, estaba detrás de Isabella, absorbiendo su esencia desenfrenadamente, respirando el dulce aroma de la chica y llevandose todos sus años de niñez. Se enredaba en su cabello, acariciaba su piel y posaba sus labios sobre los hombros de Isabella, Isabella apenas podía sentir el contacto de esos labios, pero definitivamente podía sentir un fuego, ese mismo fuego que noche tras noche la envolvía al pensar en aquella mujer que le robaba la vida. Sentía como su respiración se agitaba despiadamente e incluso podía sentir los pechos erguidos de Camille en su espalda.
Una atmósfera confusa y cargada de emociones contradictorias, llenaban el lugar... Una atmósfera que le impedía a Isabella pensar claro, y que la obligaban a ceder ante la fuerza con la que su amada la apretaba contra su cuerpo, y como la recorría por completo, con un roce único, casi imperceptible. Isabella dejó de respirar algunos segundos, su cuerpo se tensó: cada uno de sus músculos se volvió de piedra y su corazón parecía querer escapar de su pecho... sintió como sus brazos y piernas temblaban semejando castañuelas...
Una voz repentina apagó los cálidos sueños de Isabella y se vió de pronto rodeada de realidad...
Lo único existente era ella y las palabras de Camille, pidiéndole que saliera pronto del baño porque se le hacía tarde para llegar a la oficina... Isabella tardó un tiempo en reaccionar, pues no quería aceptar que todo lo ocurrido, no había sido más que una de sus alocadas fantasías...
Y esque Isabella sabía que Camille era tan sólo un recuerdo hipotéticamente lejano, pues entre ellas se había interpuesto un ice-berg de frustraciones y rutina, que habían matado cada instante de felicidad, cada mariposeo en el estómago y cada intención de verse guapa... Ya nada de eso importaba, hace años que Camille había dejado de usar tacones, de maquillarse y hasta de decir “te amo”, ya no llegaba a las citas con Isabella y los “te extraño” eran cada vez menos frecuentes. Por su parte, Isabella seguía soñando con aquella mujer de la cual estaba enamorada, aun podía sentir el aroma de Camille en su ausencia, recordaba su voz a cada minuto y extrañaba su presencia en la cama cada vez que Camille debía irse lejos por trabajo... Ahí quedaban sus sueños y añoranzas, ahí quedaban sus anhelos y sus ganas de seguir cada vez que ella se acercaba a Camille con la intención de sonsacarle un solo beso, pero no conseguía más que un desprecio.
Ambas sabían que la situación no daba para más, que debían ponerle término a la situación porque las estaba matando lentamente, aunque Camille era una mujer fuerte, nada parecía afectarle, en cambio Isabella sentía como todo su ser se desvanecía en el silencio.
Una vez más, Isabella tomó valor, titubeó un poco, tragó saliva e intentó apaciguar a los dinosaurios que vivían en su estómago y que se alimentaban de sus miedos... movió lentamente su mano, alcanzando el hombro de Camille que dormía a su lado, entreabrió sus labios y con la voz algo descoordinada pudo decir con esfuerzo un pobre: “aun te amo”... Esperó... pasaron 2,3,4, 7 segundos interminables y ninguna respuesta. Insistió acariciando el hombro de su amada, pero ésta no esbozó movimiento alguno... Casi convencida de su fracaso, Isabella retomó su posición inicial y aunque intentó ser fuerte (ya que Camille odiaba verla llorar), no pudo contenerse y una lágrima bajó muy lento por su mejilla. De pronto, en la oscuridad de la noche y el silencio de su agonía, Isabella escuchó un “yo también te amo aun” que le devolvió los colores a su vida, entonces los dinosaurios de su estómago comenzaron a danzar con más fuerza que nunca, pero ésta vez no se alimentaban de miedo, ésta vez sólo había esperanza. Los ojos de Isabella se cerraron y en sus labios volvieron a dibujar una sonrisa, ahora ella podía dormir tranquila, pues aun había un rayito de esperanza, aun podía luchar por Camille.
0 Semillas de Amapola:
Publicar un comentario
Invitación: vientos cálidos y sumisos me llevan a plasmar trozos de alma. Te envio esos vientos para que puedas hacer lo mismo.
Un beso fraterno y un abrazo infinito.