Un pequeño lugar... [ Un pequeño rastro ]

Trozos de vida, trozos de sueños, trozos de historias y de anhelos... Todos, reunidos en éste pequeño lugar. Marquemos caminos, dejemos rastros... Pequeños o grandes: los recuerdos se vuelven inmortales.

Pero han cerrado el paraíso a cal y canto... Debemos dar una vuelta al mundo para ver si se han dejado abierta una puerta trasera. (HEINRICH VON KLEIST, Sobre el teatro de Marionetas)


Rincón del Poeta.

Quisiera hablar de ti a todas horas en un congreso de sordos,
enseñar tu retrato a todos los ciegos que encuentre.
Quiero darte a nadie
para que vuelvas a mí sin haberte ido.
Extracto: "Otra carta" - Jaime Sabines

Poesía Lésbica

La vida sin ti es una cosa sin sangre, sin razón alguna. Tú eres [mi casa] ,mi hogar, tú misma. En ti está mi centro.
(Y el solo quererte me purifica). Ella es el abandono, la confianza completa.

Gabriela Mistral - Niña Errante [Cartas a Doris Dana]

"¡Qué goce, corazón, este quitarte día tras día tu corteza, este encontrar tu verdadera forma tierna, desnuda, palpitante!..." (Juan Ramon Jimenez.)




Cuanto duelen éstas palabras... cuánto dolor en tan pocas letras


¡Maldita! por entrar en mi vida y taladrar mi alma.


No es blanco ni negro, pero tampoco es gris

No existen tonalidades o gradientes, más, no convive en penumbras. 

Ve tonos tierras y malvas;

Verdes y dorados

Amarillos y mares. 

No tiene 2 ni 3 caminos, más está siempre un poco más lejos de la libertad.

Algo que había esperado hace mucho.







"Cuando una imagen vale más que mil palabras o cuando unas palabras crean imágenes que no se olvidarán"
Escuchaba el galope feroz de los caballos acercarse y el frío de los pasillos rasguñar su rostro.
Llena de una sabiduría envidiable, caminaba por la oscuridad de los pasadizos lúgubres, como si conociera cada rincón del castillo. Como si el castillo mismo fuera ella, ambos, parte de un mismo todo.
Sabía que no podía detenerse a dudar en lo que hacía, pues ello podría costarle la vida, pero no parecía llevar prisa. Era dueña de una paz inquietante.
De pronto, se detuvo; tomó una de las antorchas de la pared para alumbrar lo que había en frente de ella y de entre su ropaje sacó un pañuelo de seda rojo, el que apretó contra su pecho fuertemente, como si se tratase de un tesoro invaluable.
Se tomó unos segundos para reflexionar, pero el cabalgar de los soldados la hicieron reaccionar.
El pañuelo resbaló hasta dejar solo una llave en la palma de su mano, mientras un pasadizo secreto se abría a sus pies. Bajó por las escaleras con algo de prisa, tomando su vestido para no tropezar con él y cuidando de no apagar la antorcha.
Parecían ser mil peldaños formando una escalera que se iba alargando a cada paso que ella daba, que se enredaba en sus pies y le impedía correr más de prisa. Una escalera que se enrollaba poco a poco, haciéndosele eterna Tal vez si hubiera tenido tiempo, hubiera contado los peldaños infinitos, pero no era el caso. Ahora, debía actuar lo más rápido posible.
Al final de la escalera, encontró una puerta impenetrablemente cerrada, que con unas cuantas maniobras no tardó en devastar.
Entró en una habitación pequeña. Inimaginable y que para nada iba acorde con el resto del castillo. Era un lugar cálido, a pesar del polvoriento aspecto que tenía por el tiempo de abandono. En el fondo de ella, estaba lo que tanto buscaba Camille: Un baúl, cubierto de años, desgastado, manchado, añejo y que olía a marfil.
Una vez más, miró su llave con cierta dulzura y se dispuso a abrir con ella el baúl. Tardó un poco en hacerlo, pues no le eran felices los recuerdos que invadían su mente, eran más bien dolorosos y tristes.
Finalmente, venció su dolor desgarrador y con los ojos muy cerrados abrió el baúl. Ahí estaba, tal como lo recordaba y aún latente a pesar de haber sido víctima de los años. El más preciado regalo que le habían hecho: Un corazón que no ponía condiciones, que era tibio y que era puro, como quien se lo dió.
Lo tomó entre sus manos. Sintió como se le estremeció el alma. Liberó una lágrima y esbozó una sonrisa en sus labios. Cerró el baúl. Retiró la llave y envolvió el corazón en el pañuelo rojo.
Cada vez los soldados estaban más cerca de ella. Ya no podía regresar por donde había venido. pero, no le incomodaba. Ella conocía muy bien aquel castillo y sabía de cada rincón, de cada escondite, de cada pasillo y pasadizo.
Se escurrió hasta afuera del castillo, y entre la noche se perdió su silueta.
Subió a un monte y allí se quedó con el corazón entre las manos. Sentada a la orilla de un barranco, con la mirada perdida y su conciencia en paz.
Cuando llegaron los soldados, solo vieron un cuerpo cayendo al vacío y de Camille como recuerdo, solo quedó su pañuelo rojo enredado entre las hierbas del monte. Ese era su signo de libertad.

Siempre de prisa, siempre corriendo sin jamás voltear atrás.
No importaban las heridas de sus pies ni el cansancio de sus ojos. Ella corría como si de ello dependiera su vida.
Se alejaba, huía tan rápido como su cuerpo era capaz. Sumergida en una angustia inquieta.
El temor se apoderaba de su alma, su corazón daba azotes a su pecho y su reloj parecía jugarle una broma macabra.
Era enemiga declarada del tiempo y le temía absurdamente.
Un buen día dejó de correr y simplemente se sentó en una banca cercana a la playa. Fijó sus ojos en el mar y sólo entonces se hizo eterna.

Metamorfosis.


Libertad de entregar mi cuerpo a transformaciones genuinas.
¡Libre!

¡Que maravilloso aroma a libertad sé respirar!.
Ser libre para extender mis brazos, cerrar mis ojos y entregar éste cuerpo humano que en nada se asemeja a mi, que no sigue mis pasos aventureros y que me vuelve débil y fuerte de una forma garrafalmente unísona.
Que no se desmorona con sentires y cuya carne derrota enfermedades. ¡Que necedad éste cuerpo que no te alcanza!
¡Que anhelos interminables de caminar mar adentro y gritar tu nombre!, Tengo ganas de mover las aguas quietas con mis manos y flotar sobre ellas, en un estado de amplitud espiritual más grande que yo, más grande que tu...
Puedo entregar mi dolor a los vientos y desgarrarme el pecho en tu espera.
Llegas sublime a mi encuentro. Mi mágia te ha traído sin importarle tu voluntad.
Me vuelvo pequeña e insignificante... Una pequeña serpiente de majestuosidad ennublecida, que se vuelve gigante al deslizarse por tu piel: Desde tu cuello tibio parto en éxtasis contemporáneo, me pierdo en el contorno de tus pechos medievales que deben ser obra de Dios, recorro tu cintura que es una cosa renacentista y tus caderas surrealistas de suavidad infinita dan paso a tus piernas altaneras.
Bajo, bajo, bajo... Más bajo que el infierno mismo, más bajo que el fuego que no es eterno sin tus ojos y bajo tus pies afrodisíacos encuentro al fin mi tierra. Mi suelo, mi hogar.
Ondas de vida me alcanzan para volver a ser yo misma. Para mirarte desde la humedad de mis raíces. Una absurda desnudez me mantiene anclada al piso, deleitándome de ti. No sé de tiempos o espacios, no sé si son años, siglos, vidas o segundos que te palpo con mis ojos desterrados, Pero eso no importa. Te miro, te pienso, deseo, me alimentas... ¡Te vivo!




Estaba la Catalina... (8)

¡Que nostalgia recordar ésta canción! No era tan chiquita cuando jugaba con una amiga en el colegio... Debo haber tenido ya unos 12 o 13 años, pero los recuerdos que se vienen a mi mente son tan llenos de mágia inocente, que no he podido sólo dejar pasar éste reencuentro con el pasado.
Recuerdo a mi amiga Camila, con quien jugaba en los recreos a éste juego... Recuerdo que no hablo con ella hace mucho tiempo. Vamos olvidando momentos y personas. Vamos creciendo y dejando pasar aquellas cosas que nos hacían sonreír.




Estaba la Catalina
Sentada bajo un laurel
Mirando la frescura
De las aguas al caer

De pronto paso un soldado
Y lo hizo detener
"Detengase usted soldado
Que una pregunta le quiero hacer"

"Usted ha visto a mi marido
En la guerra alguna vez?"
"Yo no he visto a su marido
Ni tampoco se quien es"

"Mi marido es alto y rubio
Y buenmozo como usted
Y en la punta de su espada
Lleva escrito San Andres"

Por los datos que me ha dado
Su marido muerto es
Y me ha dejado dicho
Que me case con usted.

Eso sí que no lo hago
Eso sí que no lo haré
He esperado siete años
Y otros siete esperaré

Si a los catorce años no viene
A un convento yo me iré
Y a mis dos hijas mujeres
Conmigo las llevaré
Y a mis dos hijos varones
a la patria entregaré

Calla, calla, Catalina
Calla, calla de una vez
Estás hablando con tu marido
Que no supiste reconocer...

Así termina esta historia
de una infeliz mujer
que estaba hablando con su marido
y que no podía reconocer...






"Niña Errante" [Gabriela Mistral - Cartas a Doris Dana]


Yo sé bien que nadie, ninguna persona en éste mundo, puede saber qué cosa es nuestra vida sino (excepto) nosotros mismos.
La bella vida nuestra es tan imperceptible, tan delicada, por llena de imponderables, que casi no es posible verla. Es posible solamente vivirla, gracias a Dios.
Yo vivo en una especie de sueño, acordándome de todas las gracias que me has hecho.
Y lo que vivo es una vida nueva, una vida que yo siempre he buscado y nunca hallé. Es una cosa ella sacra y concentrada.
La vida sin ti es una cosa sin sangre, sin razón alguna. Tú eres [mi casa] ,mi hogar, tú misma. En ti está mi centro.
(Y el solo quererte me purifica). Ella es el abandono, la confianza completa.
Yo sé que tú eres fiel como una piedra.
Mi memoria es ahora un mundo, se vuelve un Universo vasto y completo. Y a la vez incompleto, porque ha crecido tanto aunque parecería que no pudiese crecer más.
Ay, amor grave y tan dulce, tan sin peso a la vez. ¡Alegría mía!




[Este texto corresponde a un documento muy apreciado por Doris Dana, quien lo mantuvo hasta el fin de sus días en una caja fuerte].

Y serán 7... (No hay arte en éstas letras, Hay sólo recuerdos infinitos)

El tiempo es subjetivo: Ante el dolor los años pasaron lento. Ahora que comprendo mis errores y que las heridas han sanado, me pregunto por qué todo fue tan rápido.
Pronto será Junio 21 y llegará el solsticio de invierno como cada año. Entrará triunfante el invierno, llevándose mi tan preciado Otoño.
Me ha dado tiempo de atesorar trozos de ésta estación, pero pesa la idea de esperar un año completo para ver las hojas de los árboles colorearse de rojo.
Exactamente hace 7 solsticios de invierno mi vida dió un giro que tardé mucho en comprender... Me enamoré profundamente de una mujer que no podría sentir por mi lo mismo... El día de su cumpleaños asumí que la amaba y que me alejaría de los hombres (sentimentalmente, claro) para siempre.
Su amor torturó mis ojos mucho tiempo. Años de derrochar lágrimas y ahogar gritos para acabar sumida en una "nada" invasiva.
Esta vez el solsticio es diferente: su frío no aqueja mi alma

Ideas en (Des)Uso


Su cuerpo se entregaba insípido a la frialdad de las sábanas. Estaba completamente quieta. Su boca estaba entreabierta para permitirle expulsar los hondos sollozos que le ahogaban. Sus mejillas rojas y heladas eran la ruta preferida de lágrimas nacientes de sus ojos, los que cerraba débilmente pero como si estuviesen engrapados.
Sus brazos descansaban sobre su cabeza inmóvil. Su cuello se veía más hermoso que de costumbre (ésta vez estaba desnudo). Su cabello caía rendido sobre la almohada y rozaba sus hombros un tanto encogidos.
El resto de su cuerpo estaba petrificado. Su debilidad le calmaba el alma poco a poco. Los únicos músculos que se manifestaban eran los correspondientes a una respiración moribunda y el único signo de dolor era el vació que existía en su pecho: en ese mismo lugar donde un día estuvo su corazón.

Quedé con derroche de colores y sabores nuevos.
Quedé con tantas cosas que guardaba para una ocasión especial.
Quedé asi... Llena de nada y sujeta en un todo que prometía un futuro sumiso...
Sin embargo, yo volveré a creer!

Invitación por confesión: DANZA POETICA

Resultado de una invitación muy interesante que recibí...
Me ha gustado mucho y espero volver a repetirlo.
Quien me invitó lo ha definido como "Danza poética",
para mi ha sido la creación de un todo a partir de trozos de alma.
Gracias.


Se entrelaza mi haz de luz rojiza,
Cuando al contemplarte se confunde
La, tensión, dolor y deleite
De mis emociones estremeciéndose…
Si me hicieras el favor de darme una poca
de misericordia, mentirme y llevarme hasta
más alla de la ignorancia, y aunque tu siempre
me digas y me digas que no somos iguales,
Insisto, somos una mas allá del dolor.....
dolor sublime y extraño que nubla mi ser, mas fuera algo inutil que sintiera sobre mis emociones,
que seria de ellos si no estubieses tu?
Intensos verdes esperanza forrados por desoladores atardeceres marrón.
Sangre clavada en mis venas,
razones no faltan para odiarte.
ganas me sobran de amarte y tu que estás cosida a mi alma.
Tengo frío hasta que desaparezco.... y entre
vagas palabras, caricias que hacen que mi piel
sangre, y que mi alma se quiebre, Porfavor,
¿Puedes parar de hablar?, odio tu voz, odio tus
hermosas mentiras, odio pensar que mientes,
odio ver y no ver, ser ciega y ser daltónica...
pero ahi estás tú, con tu mirada escrutante y
tu corazón, ¿Dónde?, si tu corazón es de ella.....
Proscrito rictus al alzar un bocado
De tus labios la melodía en el aire,
¿Qué hacer?... se siente el roce,
Como destrozar una guinda, delicia,
Delicia en mis labios…
¿Es destrucción o entrega?
¿Cuál es el deseo?
Mire hacia atrás,
¿Por qué? Creo que tu no existes realmente, si se suponia
siempre que nada podia dañarme realmente, que nada
podría pasar fuera de mi... y mi corazón se estruja
mientras pareces disfrutar eso, yo, sigo esperando algo
que nunca sucederá, y sucederá en mi cajón de miserias,
miserias escondidas, y dónde solo existen sueños insoportables
de un suspiro.... de un largo suspiro
amante de tu arte voy crucificando tu piel traidora,
voy torturando pensamientos que asesino antes de concebir el olvido.
Has hecho jake a mis sentidos, has vaciado mis entrañas y aun eres dueña de mi vida.
Mire hacia atrás
no vi nada en lo absoluto,
me sentí como la gota de tinta
que se difumina cuando cae en el papel
ya no estabas, y sabía que no volverías
en mis manos sólo quedaron palabras vacías
Tú crees que me importas, tu sabes que me importas, aún así
sólo te alejas, sólo piensas en ti y me hechas la culpa, cuando
en verdad sólo es mi culpa...¿verdad? y es que, siempre escucho
tus sollozos en cada lugar de mi habitación....Tus sollozos que
no paran de clavar mi ser como agujar tal cual como el lapiz
se clava en mi mano, castigándome, como siempre
¡No me gustan tus súplicas! Sólo me exitan....
Se sincera: ten piedad de mis brazos.
vamos dime, cuentame: ¿qué es lo que te detiene?
Me detienen tus inseguridades.... tu rencor,
tu rechazo, y tu eterna maldad hacia mi...
¿Acaso así quieres que me acerque querida?
¡Grítalo! Gritalo fuerte para que todos escuchen....
Una maldad subjetiva que has sembrado con cada paso.
No emo gritar, pero me has obligado a callar
¿Subjetiva? acaso....
y ahora, ahora que al fin me siento libre decides acuchillar mis sentidos
¿Acaso crees que puedes patearme, reirte....?
¡No serás libre nunca, nunca de mi!
detente! no quiero escucharte
¿Acuchillar tus sentidos? Me deleito de esto...
Me deleito de tus eternas y estúpidas súplicas
¡Deberías pedir PERDON AHORA!.
¿Culpa?... me río con locura,
Crees que puedes lamer mis heridas,
Las araño yo misma, para ver correr,
Estelas de ambrosia, sedas vibrantes,
Que me vista mi sangre,
Quizás de tu sangre cree listones
De cascabeles entre mis dedos…

Acacias [Extracto de un libro que aun no tiene nombre]

Con los ojos herméticamente cerrados y con una sonrisa despampanante en sus labios, Camille dibujaba a Isabella en su mente. Contorneaba sus curvas y recreaba cada centímetro de su cuerpo. Recordaba incluso la forma de su nariz, de sus manos, la figura de sus ojos, cada rizo de su cabello y festejaba alegremente cada detalle de la chica. Saboreaba intensamente su ensueño como si se tratase de una tajada de ambrosía.

Inspiraba todo el aire que le cabía en los pulmones alargando cada segundo para retenerlo en su interior. Inspiraba tan fuerte y su sonrisa crecía dando lucidez a sus rasgos, haciendo parecer que tramaba algo.

Tumbada en el piso no hacía otra cosa que soñar a Isabella y recibir los vestigiales rayos del sol otoñal. Las flores de los árboles comenzaban a caer sobre el rostro de Camille, haciendo que su excesiva palidez se exacerbara de forma celestial. Era un día soleado, aunque muy frío, pero Camille guardaba cierta tibieza en el alma. Jugueteaba con el viento. Abría y cerraba los ojos sin esquivar las acacias cayendo sobre si. Estaba en completa armonía con su realidad.

Camille humedeció sus labios, inspiró por la boca y en un acto de rebeldía dió fin al preciado silencio."Isabella... He descubierto que no te amo". Dijo sin esperar una respuesta.

El corazón de Isabella un tanto confundido se dispuso a entender la declaración de Camille. "Yo tampoco te amo Camille". Respondió, pero ella si precisaba una respuesta.

- Me explico. Cuando digo que no te amo, es porque quiero decir justamente lo contrario.

Tras unos segundos el corazón de Isabella volvió a su habitual serenidad, pues sabía que había entendido las palabras de Camille.

- Entiendo. Siento que sobrepasamos hace mucho tiempo los “te amo”, el amor ya no alcanza para expresar lo que generas en mi. Te amo, te adoro, egoístamente te quiero y generosamente te dejo volar lo más alto que necesites. Cada vez que quieras que mis brazos sean tu nido, puedes tener la certeza de que lo serán.

Camille reunió todas las emociones provocadas por las palabras de Isabella y encausó sus energías en un abrazo infinito hacia ella. El abrazo eufórico hizo que ambas rodaran colina abajo, impregnando sus cuerpos de hojas secas y hierba fresca. Besos apasionados reprimían la respiración de las chicas. Rodaron kilómetros, tal vez muchas vidas. No importaba. Rodaban y eso era lo importante.

Los impetuosos jugueteos acabaron de súbito.

Camille, quien estaba prisionera entre la hierba y el cuerpo de Isabella, sonriente y de un impulso arrebatado, acomodó su cuerpo sobre el su amada, permitiendo que fuera ella ahora la prisionera.

- Me haces tan dichosa. He visto cosas que no podrías imaginar, cosas que te estremecen el alma, cosas capaces de hacerte enloquecer de dolor. Pensé que ya nada podía conmoverme, pensé que era inmune a los sentires del mundo y aquí me tienes... Sin poder explicarme ésto que creas en mi. Es tan grande el sentimiento y tan pocas las palabras para describirlo, y siento que en un arranque de locura y en una sinfonía de besos podría perder la vida... o quitarte la tuya. Siento temor de mis actos, siento niveles de pasión tan elevados que podría devorarte lentamente, comer cada espacio de ti para que vivas en mí y ya no preocuparme por dejarte ir. Me llevaré tu presencia para que no se vaya y siempre vuelva. Comeré tu cuerpo, engulliré tus ojos y la paz reinará en mí. Luego el arrepentimiento golpeará mi puerta, pero ya no tendré nada que perder, porque serás parte de mí y de mí ya no puedo perder nada.

Respiraré al fin dichosa al sentirme satisfecha, saciada de tu amor, probablemente con rastros de tu sangre aun en mis labios.


je t' aime subtitulada, lara fabian

El "no amar" cuando se ama profundamente.


En ésta oportunidad lo que tengo es filosofía, un desahogo del alma, un montón de interrogantes liberadas y un dichoso placer al entender lo que otro corazón se cuestiona.

Hace mucho decidí borrar de mi diccionario todo cuanto "te quiero" existía... Me parece que es una afirmación egoísta, a mi entendimiento implica un sentimiento de posesión de una persona hacia algo. Basada en esa teoría, explico entonces, que se le puede querer a un par de zapatos, pero bien es sabido que un par de zapatos no se compara en importancia a ningun ser vivo.
Pero, ¿Qué pasa cuando mal utilizamos el concepto de amor?
Escuché una vez que la palabra "amor" etimológicamente significa sin muerte, pero sé también que dicha raíz está errada, ya que mezcla términos griegos y del latín.
De cualquier forma, pienso que hay muchas maneras de amar a alguien, es decir, yo amo a mis padres, amo a mi familia, a mis amigos, amo a mucha gente (ya que no existe en mi un sentimiento posesivo hacia ellos.), por lo tanto a la gente que no amo, sencillamente le estimo. Como ya he dicho, hay muchas formas de amar, pero al final, es un mismo sentimiento que difiere en manifestaciones.
Busqué el significado de "amar" y encontré lo siguiente:
Amar: Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
Un acto de autosatisfacción, un intento de retroalimentación para conseguir aquello que no se tiene, para esquivar la soledad tal vez, para hayar un complemento.
Creo que hemos desgastado el verdadero significado del amor, que hemos mal utilizado muchos "te amo", y en algunos casos son emitidos hasta por costumbre.
¿Qué ocurre entonces cuando encontramos a una persona sin buscar un complemento?, ¿si nuestras vidas estaban completas y satisfechas y de pronto una persona te cae del cielo justo en la nariz?, ¿Qué pasa cuando se ama con toda el alma, pero se prefiere dejar ir a esa persona, cuando no existe sentimiento de posesión, cuando el sentimiento es más utópico, más metafísico, más real y más enloquecedor?. ¿Qué le dices a esa persona que ha volteado tu vida 180 grados y te ha hecho dar 4 saltos mortales para luego dejarte caer en ilusiones?, ¿Qué le dices cuando se siente una opresión en el pecho tan intensa, tan imparable que te hace dar gritos silenciosos de dolor, que te lleva de un extremo a otro en segundos, que con un solo beso es capaz de darte tanto aire?, ¿Cómo catalogas un sentimiento que es capaz de hacerte cometer inmoralidades, que es incluso capaz de apartarte de la fé, que te vuelve ángel y demonio al mismo tiempo, que te ahoga y te libera?.
No, para mi no es un complemento. Para mi no es simplemente amor.
Es por eso que decidí que no te amo ni un poquito... para mi es mucho mucho más.


Hoy: inicio de lo que nunca fue un sueño.

Hace días he decido emprender nuevos retos y embarcarme en algo más grande que mi misma.
He decidido vencer mi miedo al aburrimiento y comenzar a escribir un libro... Si, parece una pequeñez, pero para mi es todo un mundo... Me he apasionado por muchas cosas en mi vida, la escritura entre ellas, pero hay ciertos momentos en que de tanto leer mis escritos, termino por incorporarlos a mi realidad, dejan de parecerme tan increibles y termino acostumbrandome a ellos, pierden su mágia, su interés, todo lo que en un momento quise expresar.

Escucho "La Traviata" que fue estrenada en 1853 en Viena, escrita por Giuseppe Verdi, una de mis canciones favoritas, aunque suene un poco cliché. He oído que ésta ópera no tuvo el exito que se esperaba en un principio, pero que con el tiempo llegó a ser el clásico que todos conocemos, sin embargo, hoy toma un sentido diferentente para mi, hoy se siente una armonía inspiradora. Como siempre, la escucho interpretada por Lara Fabian y aunque es la misma grabación, hoy tiene matices excelentes... ¿Será porque hoy me sabe un poco más a libertad?... A libertad de vencer miedos y atreverse.

Aquí empieza un legado que aunque parece un sueño, realmente nunca lo fue.

âme liberté.

Cada zapateo iba sobre un justo contratiempo, cada paso y cada movimiento parecían ser únicos en el mundo, su energía desbordaba mágia exuberante, sus gestos generaban cierta fragilidad al bailar.

Al ritmo de un fandango su alma se iba haciendo libre: sus pies parecían jamás tocar el suelo, algunas vibraciones en los tobillos aparecían de vez en cuando, sus rodillas eran lo que daban el soporte a su cuerpo, sus muslos firmes y sus caderas majestuosas caían rendidos ante cada acorde de la música y le iban dando aires de grandeza a su cuerpo justamente proporcionado. Su vientre era tema aparte... Lo mantenía impetuosamente apretado, porque desde allí nacían los más extraños sentimientos, desde su vientre brotaban oleadas de pasión incontrolables que sumergían su cuerpo en un profundo trance, su vientre era el almacén de tanta energía retenida que ella quería liberar al instante pues su impaciencia y nerviosismo le hacían querer estallar en mil pedazos. Su vientre era autor de tanta dicha e impotencia, el que le causaba ese placer doloroso con el que ahora cargaba cada vez que bailaba. Tanta dicha era difícil de explicar, pues tenía conciencia de cada célula de su cuerpo y a la vez era un mismo todo, un solo cuerpo sin carne, un alma dentro de un envase que ella ya no podía reconocer, era como si siempre hubiera sido libre.

Su corazón golpeaba su pecho con una fuerza casi inhumana, cada latido parecía dar término a su existencia. Castañuelas azotaban incesantes sus tímpanos. Ambos, castañuelas y corazón sonando al unísono.

Podía sentir como los músculos de su espalda se unían entre sí para tensarse como jamás lo habían hecho antes, por sus brazos elegantes bajaba la tibieza de sus hombros y por sus mejillas bajaban lágrimas que mezclaban sus sentires. Toda ella era un mundo incomprensible. Podía sentir la fuerza de unos ojos mirándole, pero aun así estaba atrapada en su libertad. Podía sentir a su corazón desesperarse a causa de un baile, pero ciertamente su regalo estaba fuera de sí misma, la esencia de su alma se encontraba fuera del escenario, justo entre el público... justo deseándole fervientemente.




(Imágen de Fabian Perez)

Rumores que son ciertos.

Sí, es verdad: era la misma hoja, esa que ahora yacía en la tierra rodeada de cemento. Esa que presa del viento había caido y presa del tiempo había envejecido.
Esa que había sido engendrada en las entrañas de un árbol que desde el inicio la preparó para la muerte, esa hoja que fue criada por el mismo árbol que hace tiempo había dejado de alimentarla y que al final la había empujado hacia su final anunciado.
Dicen las malas lenguas que dentro de 20 años el árbol se habrá convertido en un fuerte roble, otros opinan que tomará la forma de un melancólico sauce. Lo cierto, es que esa misma hoja será solo polvo, polvo de hoja y se unirá a más polvo de hoja, se rodeará de polvo de hoja semejante a ella y juntas, como un solo polvo de hoja nutrirán al dichoso árbol para que las malas lenguas hablen con razón.



¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? Esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba..



Decidì perdonar los errores que se cometen cuando se ama demasiado.
De acuerdo, la pequeña niña que hay en mi te reclamaba, casi como a una madre.
Me arropabas, me protegìas.
¡ya ves, te amo asì!
De acuerdo, te
confiè todas mis sonrisas, todos mis secretos.
¡Quise tanto la guerra de
cuerpos que traerìa la paz!,
¡ya ves, yo te amo asi!, como un hombre que no
soy...yo te amo asi.


Esto no es mio, sino de Lara... no naciò de mis manos, pero Dios bièn sabe que he sido la mejor interprete.
- ¿Qué haces?
- Intento destruir Australia, si querían maldad, maldad es lo que tendrán.
- ¿Y qué te han hecho los pobres Australianos?
- Nada, es sólo que no me gusta su actitud.
- Eres en serio muy malvada.
- Oye, yo ni siquiera quería ser malvada! yo quería ser pirata!.
- Pero... los piratas son malvados!!
- Oooh! es cierto.

Ella creía en el amor.


Caminaba decida, ansiosa de todo cuanto le esperaba, con una sonrisa en los labios que de pronto se le hacía algo culpable. Dejando atrás una vida que no era la suya, que le habían impuesto, pero que no podría odiar, pues aun le guardaba cariño a la gente que allí dejaba.

Habían sido años de opresión, años de obediencia, de sumisión; mucho tiempo de caminar triste por los pasillos del monasterio, intentando explicarse o convencerse a ella misma de que su deber estaba ahí. Jamás pudo sentir ese "llamado" que ella consideraba importante. Desde muy pequeña fue educada creyendo en las leyes de la iglesia y del matrimonio, pero lo cierto era que ella había preferido encerrarse en el monasterio a verse junto a cualquier hombre, al cual sabía no haría feliz. Ella estaba llena de fé, convencida de que ambos caminos podían compatibilizar, que la sociedad y sus padres eran demasiado conservadores.

Sus valores estaban intactos, era la misma chica que cuando pequeña jugueteaba en el patio del internado católico que le habían destinado sus padres.

No había renunciado a su vida de respeto, no había saltado a la perdición. Ella solo quería ser amada; quería sentirse bella, no por vanidad, sino para agradar a alguien más. Sabía que su familia no lo entendería y venciendo el temor a los castigos de su padre, había dejado los hábitos para correr libre hacia el amor.

Caminaba de prisa, con cientos de miedos, levantaba sus brazos liberados de las túnicas que opacaban su piel y sentía su corazón hinchado de felicidad. Se había propuesto seguir amando a Dios, pero no consagrar su vida a él... ¡No en la forma que todos esperaban al menos! No con un indeseado celibato, no con rezos incrédulos y obligados, sino con alegría, con misericordia de aquellos que necesitaran ayuda. Ella no pretendía ser rebelde o cuestionar a la iglesia, ella solo quería ser artesana de su vida. Reconocía los errores de su religión, pero la amaba profundamente.

Iba al encuentro de aquella chica que había dejado ir tanto tiempo atrás, por quién ahora había dejado su cobardía, por quien había cerrado su etapa sin rencores, por quien su familia le había impuesto un castigo al considerarle pecadora, por cuyo amor sabía que no ardería en el infierno.

Hoy caminaba siendo otra, caminaba con ansias infinitas... caminaba sintiéndose menos novicia y un poco más mujer.

Desnuda - Juan Ramón Jimenez

Vino, Primero pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.

Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando, sin saberlo.

llegó a ser una reina,
fastuosa de tesoros...
¡Qué iracunda de yel y sin sentido!

...Mas se fue desnudando.
Y yo le sonreía.

Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.

Y se quitó la túnica,
y apareció desnuda toda...
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!




Me faltaba un "algo"...
Explicar... los "regalos" han contribuido al enamoramiento de éstas dos chicas (Camille e Isabella), sin importar la historia ni las épocas... Han sido recolectados éstos regalos, para que muchas personas puedan entender como ha sido la relación de éstas dos chicas, porque es algo complicado para quien lo ve de afuera internalizar sentimientos tan adversos, tan opuestos.
El primer regalo: de Isabella a Camille... más bien... de Camille a Isabella.

Cabaret

Se cumplían 2 años de la muerte de Helena, pero Camille aun no se acostumbraba a la idea. Habían sido once años de una relación en la que fueron inmensamente felices. Aprendieron a compartir, a respetarse, a ceder y a escuchar, a escapar de la rutina y a alimentar la ilusión, a ir en rumbos similares apoyandose mutuamente, a disfrutar de momentos simples, del silencio en compañia.
Helena esperaba ansiosa el regreso de su amada. Por su parte, Camille llevaba siempre alguna sorpresa para Helena. Cada tarde lluviosa de invierno, ambas preparaban el acostumbrado ritual. Camille pasaba a la licorería por vino de camino a casa, mientras Helena apartaba algunos muebles de la sala de estar para generar más espacio. Al llegar Camille se despojaba de su abrigo en medio de incontenibles besos para Helena que había acumulado durante todo el día y entre risas, pasión y juegos lograba ponerse algo de vestir más cómodo. Luego venía encender la chimenea, la música, abrir cortinas y ventanas para que el lugar se impregnase de humedad de invierno. Lo ultimo era que Helena pagara la luz y Camille sirviera el vino. Los preparativos habían terminado. Habían sido llevado a cabo meticulosamente, sagradamente; dejando en sus bocas sonrisas complices al realizar cada una de las actividades. Era como si fuese un secreto de estado, el más grande tesoro, una maldad de niños pequeños carentes de aventuras.
Ahora solo faltaba dar rienda suelta a ese alocado amor que ambas se juraban. Pasaban hora sentadas en la alfombra junto a la chimenea. Conversaban de tantas cosas como podían recordar, guardaban tantos silencios como podían disfrutar, bebían el vino que les apetecía y jamás pusieron límites para nada. Sus corazones estaban en sintonía y como unicos testigos existentes de lo que allí ocurría, estaban el candente fuego y el aroma a invierno.

Había sido una relación perfecta, que para pesar de Camille, no se olvidan en un abrir y cerrar de ojos. Y ahora... ahora que el destino le había negado a Camille la posibilidad de seguir amando, ella había quedado sumida en la nada. Todo su precioso universo fue enterrado junto al cadáver de Helena.
Aun por las noches, antes de salir de la oficina, se quedaba unos minutos con el retrato de Helena en sus manos - ese que limpiaba y arreglaba minuciosamente cada mañana al llegar, ese que aun ocupaba un lugar sagrado en su escritorio - y liberaba una que otra lágrima; esa era su forma de despojarse de tanto dolor.
Si al menos hubiese tenido la oportunidad de despedirse o de llevar flores a su tumba tal vez las cosas hubiesen sido menos dolorosas e incluso menos traumáticas, pero después del accidente, la familia de Helena culpó tajantemente a Camille y decidió cremar los restos de la chica, prohibiendo a Camille presenciar el acto y ocultándole el paradero de las cenizas de su amada.
Cuando era niña y adolescente Helena solía practicar ballet. Desde muy pequeña inició sus pasos en aquel arte. Practicaba su pasión con energía y dedicación. Jamás se le vió doblegarse a pesar de su corta edad y de lo dificultoso que pudiera parecerle esa disciplina. Era una niña común y feliz , hasta que un día desafortunado se le descubrió una desviación en su creciente columna vertebral, lo que le impidió seguir bailando y por muchos años se mantuvo fuera de ese ambiente. Cuando conoció a Camille, sus ganas de volver al escenario y mostrarle su gran pasión, la llevaron a retomar la danza a pesar de las advertencias de los médicos y los reclamos de sus padres.






Al fin llegaba el gran día en que los dos amores de Helena estarían reunidos en un mismo lugar: el ballet y Camille. Helena había forzado mucho su cuerpo para lograr la perfección, pero se sentía revitalizada.
El telón se abrió, la música comenzó y con ella el más hermoso baile que Helena pudiera interpretar... 1,2,3 piruetas asombrosas, el público expectante, intento fallido de una cuarta pirueta y el cuerpo de Helena se vió caer del altísimo escenario, mientras el público se levantaba de su asiento y Camille corría hacia ella... Cuando llegó a su lado, Helena estaba inconsciente. Lo siguiente fueron un sinnúmero de riesgosas operaciones en la columna, que el cuerpo de Helena no pudo soportar y que sepultaron a Camille en un mar de culpas propias y ajenas. Se ensimismó desde entonces.

Rebeca que entraba a la oficina en el momento en que Camille lloraba con el retrato en sus manos, se acercó a Camille suavemente, tocó su hombro casi con miedo y reuniendo valor para pronunciar palabra susurró,
Vamos Camille, es hora de comenzar a olvidar.
¡Yo jamás podré olvidar Rebeca!, dijo Camille casi gritando y mirando a Rebeca con cierta ira en sus ojos.
¡Helena está muerta, asúmelo de una vez, ya no puedes hacer nada!, utilizando un tono más alto que Camille.
Camille volteó y dió una bofetada a Rebeca, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas incontrolables una vez más. Le reclamó su falta de tacto y le insultó cruelmente. Descargó en Rebeca toda esa ira y frustración que sentía por haber perdido a Helena. Explotó en lluvia de ofensas que no tardó en retirar, pués pudo darse cuenta de su error. Después de todo no era Rebeca la culpable de lo ocurrido y aunque debió hacer un gran esfuerzo por ahogar su llanto, sacar la voz y esconder su rabia, finalmente sacudió su cabeza y dijo,
Perdóname Rebeca, no quise dañarte, pero sabes que aun duele tanto, ¡aun pesa tanto la culpa, ella solo vivía para darme gusto, yo debí impedirselo, debí cuidarla, yo debiera ser la muerta, no ella!. Rompió en llanto al terminar de hablar.
Tranquila, seca tus lágrimas. Dijo Rebeca pasándole un pañuelo y abrazando a Camille. Terminó su frase diciendo,
¡Tengo una idea!. Voy a llevarte a un lugar para que cambies de aires y hagas nuevas cosas, no quiero verte llorar, quiero que te recuperes. Déjame intentarlo.

Rebeca, que aunque bella era malvada en demasía y cuya mente se encontraba siempre al borde de la demensia, guardaba tras ese aparente gesto de amistad, un retorcido secreto. Recurrentes aberraciones venían a su cabeza, sugerentes imágenes aterradoras para el comun de la gente. Idealizaciones de Camille recorriendo el cuerpo de Helena, imaginar el momento en la que ésta perdia la vida la llevaban a niveles orgasmicos desmesurados. Cada noche al menos 5 orgasmos múltiples azotaban su cuerpo, se masturbaba incansablemente inventando situaciones de muertes diferentes para Helena y en todas ellas veía a Camille disfrutar del frio cuerpo del cadáver. Le excitaba inexplicablemente incluso visualizar a Camille entre sus propias piernas, sufriendo, llorando mares por su amada muerta, lamiendo su sexo con desesperación y manchandole la pubis de rimel corrido a causa de las lágrimas. Cuanto placer le daba el sufrimiento de su amiga, cuanto ella misma llegó a amar a Camille en sus momentos de angustia. Tan macabra era su mente, que se había propuesto hacer infeliz a Camille, solo para disfrutarla en sus momentos de dolor.

Camille no tuvo más opción que ceder ante la insistencia de Rebeca.
Rebeca, siempre he sabido que tu sentido común no es tu mayor virtud, pero... ¿Traerme a un cabaret?, Preguntó desconcertada, llevando su mano derecha a su sien.
Prometiste que me darías una oportunidad... ¿si?, ¡¡por favoooor!!, Suplicó Rebeca, mientras parpadeaba rápidamente. Ven, vamos a divertirnos.
Rebeca emocionada abrió la puerta de par en par. Era un lugar menos vulgar de lo que Camille se imaginaba, pero aun así tenía un aspecto desconfiable.
Era una costrucción bastante antigua. Por su fachada se le catalogaba como cabaret facilmente. Al entrar podían verse muchas mesas algo ocultas por la oscuridad del lugar y el humo de cigarrillos. Al fondo podía divisarse un escenario con miles de luces coloridas sobre él, que daban un espectáculo casi abrumante. La música sonaba a todo lo que daba.

En el momento en que Camille cruzó la puerta, un silencio extraño se produjo, incluso se escuchaba el sonido de sus tacones al pisar, aunque la música no se había detenido. Las miradas cayeron sin contemplaciones sobre ella. Camille era una mujer que no pasaba inadvertida, ella destacaba entre la multitud. Más alta que el promedio, pero sin sobrepasarlo demasiado, delgada, de tez muy blanca, nariz refinada, labios rosados y un ligeramente ondulado cabello largo que recogía en una alta cola de caballo y que tenía la misma tonalidad dorada de sus ojos. Su belleza era hipnotizante. Evidentemente guapa, pero era su garbo, su elegancia, delicadeza y distinción lo que enfocaban en ella las miradas. Era una mujer que llena los espacios en cuanto llega, una mujer que en vez de caminar parece flotar en el aire. Casi salida de un cuento de hadas.

Para no llamar más la atención, Camille sostuvo el brazo de Rebeca y le condujo al primer asiento libre que encontró. Una vez que todo mundo volvió a lo suyo, se acomodó en la mesa, al mismo tiempo que se acercaba a ella una chica voluptuosa en ropa diminuta para ofrecerle algo de beber.

Una primavera sin alcohol para mi, por favor. Dijo Camille sin mirar a la chica, sintiéndose
algo sonrojada al saberla en esas fachas, y profundamente incómoda, pues quería salir rápido de allí.
¡Que va cariño, olvida eso!, que sean 2 whiskys en las rocas. Guiñándole el ojo a la camarera y sabiendo que Camille no bebía.
¡Rebeca!, ¿Quieres matarme?...
¡Lo prometiste! Con un tono de niña pequeña decepcionada.
Camille, que no tenía fuerzas para defender su voluntad, sólo se limitó a cumplir los deseos de Rebeca.
Aun dentro de su asombro al verse sentada en aquel lugar oscuro de dudosa reputación, bebió el licor que no tardaron en traer. Al no ocurrirsele que más hacer, se dejó llevar por la insistencia de Rebeca y pronto perdió la cuenta de la cantidad de whisky que bebió, pero éste ya empezaba a pasarle la cuenta. Ligeramente mareada quiso levantarse de la silla, coger su cartera e irse, pero Rebeca la detuvo diciendo que aun faltaba lo mejor, finalmente la convenció recordandole que no podría conducir en ese estado.
Volvió a sentarse resignada, mientras las luces cambiaban su rítmo y los aplausos desenfrenadados causaban estruendos en sus oídos. Música, humo... un espectáculo típico de cabaret y "ella" bailando. Camille quedó impresionada por la belleza de la bailarina, entre todas, esa chica destacaba notablemente. Por un momento la bailarina fijó sus ojos que se ocultaban tras un antifaz, en los ojos de Camille, y a pesar de que en su vida había estado con muchas mujeres, e incluso hombres, jamás había visto belleza semejante, jamás se había perdido en unos ojos, jamás había sentido verdadero interés por una persona.
¿Qué tenían esos ojos de especial?, ¿Por qué le era tan irresistible esa mujer?, ¿Quién era?, ¿Que haría una mujer como ella en un lugar como ese?. Fueron preguntas que la cabeza de Isabella no pudo evitar generar.

Se llama Isabella y es una de las chicas más cotizadas del lugar, pero ella no es sólo una bailarina de Cabaret, ella no se conforma con eso, ella es de las que cobra por el amor que entrega. ¿Entiendes, verdad Camille?, Aclaró Rebeca al ver el evidente asombro de Camille quien estaba embobada con los ojos verdes tras el antifaz, asíque solo asintió con la cabeza.

Isabella bailaba sin dejar de contemplar a Camille, la miraba con un deseo que no se molestaba en ocultar, descaradamente bajó su mirada destinándola a las piernas de Camille, que estaban descubiertas casi por completo al resbalar su falda impulsada por su anterior intención de marcharse. Bajó del escenario, iba entera cubierta de noche; extendió su mano invitando a Camille a cogerla; ella cogió la mano de Isabella abandonando la comodidad de su silla; Rebeca las miraba horrorizada; Isabella liberó sus ojos del antifaz y rodeó la cintura de Camille con su brazo; la fuerza que ejerció Isabella puso en contacto ambos cuerpos; Camille rendida, se entregó por completo al beso de la bailarina.

La mañana siguiente llegó cargada de confusión. Camille no podía creer que había pasado la noche con una completa desconocida, y no con cualquier desconocida, ¡sino que nada menos con una prostituta de cabaret!. Las medias, bragas y el corsé de Isabella estaban en el suelo confirmando los temores de Camille. Miró a su al rededor. Era un lugar bastante bonito, con una ambientación acorde a los fines con que había sido construído, a pesar de ello, era un sitio elegante, digno de cualquier dama de sociedad. Siguió el recorrido con los ojos, vió a Isabella que dormía junto a ella, se veía tan hermosa, tan diferente a la noche anterior, había dejado de ser el juguete sexual que jugueteaba cada noche sobre el escenario, ahora era simplemente una mujer; de esencia, sabores y colores semejantes al suyo.
Se vistió rápidamente, dejó dinero sobre la mesita de junto y un papel en el mismo lugar que decía "Gracias".
Cuando Isabella despertó, Camille se encontraba ya muy lejos, fumando un cigarro y bebiendo café. Al levantarse encontró el dinero, lo guardó como con cada cliente, pero ésta vez quedaba una extraña sensación en ella. La sustanciosa cantidad de dinero que había dejado Camille no le satisfizo. Daba más importancia a sus besos y caricias, al olor de su piel, al trato amable, a la delicadeza, a las curvas perfectas del cuerpo de Camille. Por primera vez podía decir que no había sido trabajo, sino... algo que no podía describir. Sacudió su cabeza para liberarse de dichos pensamientos y volver a sus quehaceres.
Era un mundo turbio, competitivo e infinitamente triste y ella una mujer de un corazón de piedra, endurecida por la vida, inmensamente ambiciosa, marioneta del dinero y la buena vida, jamás hizo nada que no fuera para sacar provecho. Había renunciado al amor muchas veces, pues ella esperaba un pretendiente que le diera todos los lujos que ella pidiera.
Años atrás había tomado una mala decisión. Siguió a un tipo que le prometía grandes riquezas. No tuvo mucho que pensar, ella vivía en un pueblito lejano del mundo, por lo que abandonó a su familia y puso su destino en manos del hombre que la condujo a ese mundo que aborrecía, pero que le daba su mayor anhelo, el dinero.


Golpeaban la puerta de la habitación en que estaba Isabella. Tardó un segundo en reaccionar y abrió la puerta pensando que era Camille, pero no. ¿Puedo pasar?. Preguntó Rebeca cerrando la puerta tras de si.
Isabella no entendía la razón que guardaba Rebeca para pedirle tal cosa, pero ya que la paga era buena, aceptó sin preguntar.



El reloj apuntaba las 5 menos cuarto de la tarde y Camille apuraba el paso para no retrasarse en su reunión, llena de papeles caminaba por las calles sin fijarse en nada más.
Isabella salia entonces de una tienda y víctimas del destino ,en realidad presas de las intenciones de Rebeca, chocaron. Dejando caer todo cuanto traían en las manos.
¡Perdón!, que tonta soy, no vi por donde venía. Se disculpó Isabella agachandose a recoger las cosas.
No te preocupes linda, con la prisa que llevaba no te he... Interrumpiendose de pronto y pareciendo recordar. ¡Oh, yo a ti te conozco, tu eres la chica de la otra noche!, ¿verdad?... ¡Que pena contigo!, es que no acostumbro a beber y mi amiga me... Dijo Isabella sin alcanzar a terminar la frase.
No te preocupes, tranquila estoy acostumbrada. Interrumpiendo a Camille al verla sonrojada
y... ¿Qué haces aquí?, ¿Cambiaste el color de tu cabello, verdad?, Preguntó Camille aun recogiendo las cosas del piso.
Bueno, no soy bailarina de cabaret las 24 horas del día... y... si, lo tinturé. ¿Te gusta?
Si, te sienta muy bién el pelo rojo, es solo que así me eres muy familiar, te pareces mucho a alguien que yo cono... interrumpiéndose a si misma. ¡Ay, perdón! , no quise incomodarte. Déjame recompensarte, acepta un café. Dijo Camille con tono insistente y sincero.
Gracias por la invitación, pero tienes prisa. Si quieres volver a verme, sabes donde y como hacerlo. Diciendo esto, dió la media vuelta caminando con paso seguro, pués sabia que Camille la buscaría.

Camille asistió a su reunión y como de costumbre demostró ser brillante en lo que hacía, pero su cabeza estaba puesta en Isabella, en sus ojos, en su antiguo pelo negro ondulado que ahora era tan semejante al de Helena, en sus labios rojos. No supo bién como acabó la reunión.

Trece días después, la puerta del Cabaret volvió a abrirse para Camille y se formó la misma conmoción que la primera vez. Ahora no estaba bajo el efecto del alcohol asique su corazón latia apurado. Subió las escaleras, habitación 204 le habían dicho. Golpeó. Isabella no tardó en abrir la puerta.
- Pensé que vendrías antes, pasa.
Si, era la misma bailarina de la primera noche. Los mismos ojos verdes, la misma frivolidad, la misma ambición, pero algo había cambiado en ella, su pelo, tal vez su ropa o su perfume. Jamás había recordado tanto a Helena. Se liberó de aquella analogía muy pronto decidiendo no prestarle atención.



Estos encuentros amorosos se mantuvieron clandestinos por mucho tiempo, Isabella recibiendo dinero de Rebeca quien la obligaba a cambiar su apariencia física e incluso su conducta; y de Camille. Mientras la propia Camille ignoraba lo que acontecía en sus narices. Lo cierto era que ya no podía negarse el parecido entre ambas... Helena e Isabella parecían una misma persona en algunos momentos. ¿ y como no parecerse, si Rebeca se esmeraba en que Isabella adoptara las costumbres de Helena, que usara su ropa, que aprendiera algunos gestos, que imitara su tono de voz?. A Rebeca parecía no importarle más que su propia satisfacción y no reparaba en nada para lograrlo.

Dejaron de verse en el cabaret, ahora Isabella iba hasta la casa de Camille, cosa que no le desagradaba, porque era una casona enorme, antigua, lujosa. Ella bien podría adaptarse a aquel lugar. Seguía pareciendole extraña la actitud de Rebeca, pero estaba recibiendo mucho dinero y su ambición crecía cada día, además, aunque no se atrevía a confesarlo, ese juego le gustaba. Le traía recuerdos del pasado. 12 años tenía cuando su tía preferida se había metido en su cama una noche, quitandole todo rastro de virginidad a su cuerpo, dejandola insensible contra el mundo y sintiendo un fuerte deseo por las mujeres. Este juego le recordaba aquellos días en que su tía iba cada noche a mostrarle como “jugaban” los adultos, que aunque se esperaba que provocaran en ella un trauma, había generado lo contrario. Era un placer culpable y reprimido, que muchas veces la amargaba y avergonzaba.

Pronto las visitas de Isabella fueron mas frecuentes, Camille ya no se conformaba con tenerla unas pocas horas, ella quería poseer a Isabella todo el día, cada día, cada instante. Los encuentros en su casa no bastaban, Isabella comenzó a ir a la oficina de Camille y a todos lados donde ella estuviera. Esque para Camille no se trataba de simple deseo, ella creia haber empezado a vivir nuevamente, a amar, a desear a una mujer. Le obsesionaba todo de Isabella, había abandonado sus silencios y su prudencia. Detestaba saber a Isabella con alguien más, quería pagar todas sus horas para que nadie mas pudiese tocarla o mirarla y en efecto, lo hacía. El recuerdo de Helena la perseguía constantemente, pero era una conducta inconciente para Camille. Ya no distinguia entre ficción y realidad.

Camille entraba al cabaret despues de mucho tiempo, pero ésta vez sin formalidades ni cortecía, subió corriendo la escalera y abrió la puerta de la habitación de Isabella.
Rebeca, ¿Tu qué haces aquí? Preguntó Cmille con voz desconcertada e incredula.
¡Camille!, Helena y yo te estabamos esperando, vine a ayudarle a prepararte una sorpresa. Dijo con una paz que daba escalosfrios.
Pero, ¿Qué dices mujer?, Helena está muerta, ella es Isabella... mi Isabella. Camille trataba de convencer a Rebeca de lo que estaba diciendo.
Camille ya no distinguía bién lo que veían sus ojos, sentía tanta confusión en su cabeza, que solo pudo sentarse y llorar.
Rebeca se acercó a ella, la abrazó y susurró en su oído,
Lo sé, pero... ¿No te das cuenta?, Helena está hecha cenizas, el deseo y la pasión que existia entre ambas está ahora convertido en putrefacción. En cambio, Isabella está aquí... Está aqui para interpretarte los más hermosos bailes. Su carne es hermosa, sus piernas, su cuerpo entero es tan parecido al de Helena. Hasta su aroma se parece, sus labios se parecen. ¿Recuerdas cuanto te excitaba ver a Helena tumbada en la cama?, ¿Por qué no miras un poco mejor?, Isabella y Helena... ambas sobre un escenario muy alto, ambas cayendo accidentalmente al vacio, ¿A quién salvarías Camille?
Camille que no disponía de cordura, se acercó a Isabella ,quien asustada esperaba tumbada en la cama y se abalanzó sobre su cuerpo, con su mente llena de funerales, accidentes, bailes, escenarios, cabellos negros y rojizos, ojos verdes, medias y corsés. Despojó su cuerpo de la ropa que llevaba y con un deseo animal comenzó a besar a Isabella, a recorrer su cuerpo con su boca, a respirar muy hondo el olor de su piel, a convertirla cada vez más en Helena.
Rebeca, sentada en un sofá veía la escena y colaba sus manos bajo su falda, esaba húmeda, sedienta de placer que solo la nostalgia y sufrimiento de Camille podrían darle. Retorcía su cuerpo con gemidos ahogados cada vez que oía a Camille sollozar.
Camille continuaba introduciendo sus dedos en el sexo de Isabella, viendo a Isabella, convirtiendola en Helena y recordando las palabras de Rebeca. Si, su cuerpo estaba en cenizas putrefactas. Comenzó a sentir un calor incontrolable en sus venas y a tocar el cuerpo de Isabella con repugnancia. Sentia asco de sus besos, de su piel, le molestaba cada razgo de Isabella, le clavaba la similitud de ambas como cuchillos en la cabeza. Dirigió sus manos al cuello de Isabella y sin medir su fuerza comenzó a apretarlo. Era como si su alma se hubiese marchado de pronto y se hubiese convertido en una vestia bizarra y despiadada.
Rebeca estaba completamente fuera de si. Quería mas placer, asique se acercó a la cama y besó los hombros de Camille, quién soltó el cuello de Isabella que estaba morada por la asfixia, pero aun con vida; para besar los labios de Rebeca, la besó apasionadamente al principio, cerró sus ojos, rodeó la cintura de Rebeca con sus brazos, la arrojó a la cama, acarició su sexo, sus senos, su pecho, su cuello y sin contemplación alguna, apretó sus manos hasta que el cuerpo de Rebeca dejó de resistirse y se entregó por completo a la muerte.
Camille despertó de su trance algo aturdida y sin saber bién que había hecho, Isabella que ya se encontraba recuperada, abrazó a Camille fuertemente para que pudiera romper en llanto. Por primera vez Isabella estaba haciendo algo sin pedir nada a cambio.


FIN


Agradecimientos especiales: a Polonesa, por apoyar mi profundo odio hacia Rebeca y aconsejarme quitarle protagonismo, a Pauli, por su mente retorcida y darme las pautas de la historia cuando estaba estancada y a Pao por soportar éstos días de escritura y tener que leer el cambio de la historia millones de veces.

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"No leemos y escribimos poesía por que es bonita, leemos y escribimos poesía por que pertenecemos a la raza humana y la raza humana esta llena de pasión"

"La medicina, el derecho, el comercio, la ingenieria son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida, pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son las cosas que nos mantienen vivos"

...que de bueno hay en esto? Respuesta: Que tu estas aqui, que existe la vida y la identidad, que prosiga el poderoso drama y que tu puedes contribuir con un verso.